¿Por qué hay personas con las que cuesta comunicarse?

¿Por qué hay personas con las que cuesta comunicarse? Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez al sentirnos frustrados y hasta agotados ante estas experiencias. Hay quien todo se lo toma a mal y la mínima inicia una discusión. Otros, en cambio, lejos de escuchar, entienden lo que quieren y por término medio, el mensaje que captan en nada se parece a lo que queríamos decirles.

Maltendendidos, enfados, diálogos que no llevan a nada… La convivencia resulta muy complicada cuando estamos obligados a compartir espacios con hombres y mujeres sin competencias comunicativas. Lo más llamativo de todo es que este tipo de carencia no tiene nada que ver con la educación o con el estatus de una persona.

Tenemos, por ejemplo, directivos que ostentan puestos de referencia con nulas habilidades de comunicación. Es más, uno puede disponer de una verborrea increíble, pero si no sabe escuchar, sino comprende las dinámicas de una conversación o no es capaz de resolver problemas llegando a acuerdos con otras partes, solo se encontrará con problemas.

Saber comunicar es saber crear puentes para convivir. Si esto falla, se quiebran los cimientos de cualquier escenario en el que estemos, ya sea el laboral, el familiar e incluso el afectivo. No podemos descuidar que nada es tan decisivo en una relación de pareja como la buena comunicación.

¿Por qué hay personas con las que cuesta comunicarse?

Cuando nos preguntamos por qué hay personas con las que cuesta comunicarse hay algo que sin duda ya sabremos. No hay dos «malos comunicadores» semejantes. Están los que no escuchan, están los que al instante quedan secuestrados por sus emociones y responden de cualquier manera. Están también los que carecen de empatía, los que no saben hablar sin gritar y los que cuando hablan, siempre ofenden de un modo u otro.

Es decir, hay muchas tipologías de carencias comunicativas y todas tienen un mismo resultado: el malestar, las discrepancias, las frustraciones… No podemos eludir la gran trascendencia de esta dimensión en nuestra vida.

Trabajos de investigación como los del doctor Chris Segin, del departamento de comunicación de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), nos señalan que la buena comunicación entre las personas es un determinante esencial para la calidad de vida.

Comprendamos por tanto qué puede haber detrás de esas personalidades.

El sentimiento de superioridad: debo «ganarte» cualquier conversación

Hay personalidades que necesitan reforzar su ego. Cualquier oportunidad es buena para dejar la impronta de su carácter y la comunicación es, sin duda, el mejor canal:

  • Son esos perfiles que aplican lo que conocemos como comunicación agresiva.
  • Solo atienden para responder y no para comprender. El objetivo es ofrecer un razonamiento superior, una opinión más buena o un argumento más desafiante.
  • A menudo, cuando estamos hablando con alguien que no deja de manifestar su intento por deslumbrar y demostrar superioridad, nos sentimos heridos y menospreciados.

Solo importo «yo»: conversaciones que se convierten en monólogos

Hemos hablado de la comunicación agresiva, ahora definiremos otro mecanismo similar, pero que suele tener detrás un narcisismo pasivo y encubierto. En este caso, no se manifiestan conductas comunicativas violentas, no se busca ser superior a otros. Lo que se hace es orientar el diálogo hacia uno mismo hasta convertirlo en un monólogo.

  • Son personas que, casi de manera inconsciente, acaban siempre hablando de ellas mismas.
  • En este caso, sí escuchan al interlocutor, pero no lo tienen en cuenta. Cualquier cosa que expliquemos, una idea, una experiencia, una necesidad, una opinión, etc, la usarán para reorientarla hacia ellos e iniciar una conversación monotemática sobre sí mismos.

Incontinentes emocionales

Si nos preguntamos por qué hay personas con las que cuesta comunicarse, el factor más común es la mala gestión emocional. Son personas sin capacidad de reflexión, que actúan por impulsos, que a la mínima se enfadan y responden llevados por sus emociones.

Ese mal dominio en sus estados internos no solo les sitúa en una desventaja constante a la hora de conectar, llegar a acuerdos, crear ambientes nutritivos de trabajo, familia o pareja… Además es el origen de malentendidos y discusiones constantes.

La falta de asertividad y habilidades sociales básicas

Son muchas las personas que presentan carencias en habilidades sociales básicas. En este caso, no hay un problema de carácter o de personalidad. Es, básicamente, una falta de competencias comunicativas que por diversas razones no han terminado de asentar o de desarrollar.

  • Son perfiles con escasa asertividad.
  • Carecen de esa fluidez comunicativa con la cual, expresar o desarrollar con solvencia un argumento.
  • Les falta iniciativa, solvencia expresiva y habilidad para llegar al interlocutor y expresar aquello que se tiene en mente.

Frialdad, falta de interés y de empatía

Cuando nos preguntamos por qué hay personas con las que cuesta comunicarse, hay una razón que no podemos descuidar: la frialdad emocional, la falta de empatía o incluso el desinterés.

No podemos descartar cualquier dimensión. Hay quien, sencillamente, no desea comunicarse con nosotros y se muestra frío, además de esquivo. Esto puede darse en una relación de pareja que ya va a la deriva.

Por otro lado, la falta de empatía en una persona es un disrruptor enorme para la comunicación. La apaga, la deja hueca y vacía. No sintonizar con la realidad del otro sitúa un obstáculo insalvable para que esa conversación tenga sentido y finalidad.

¿Por qué hay personas con las que cuesta comunicarse? La timidez

La timidez es una losa que no deja ser, que no permite que uno demuestre lo que hay en su interior. Ser tímido no es lo mismo que ser introvertido y, en ocasiones, nos encontramos con casos extremos. Esa sensación de inseguridad y vergüenza en uno mismo dificulta a menudo entablar conversaciones y relacionarse con los demás.

Para concluir, tal y como podemos ver, hay muchas causas que ponen muros y alambradas a la comunicación efectiva y enriquecedora. En todos estos casos, lo más adecuado es conocer el origen y manejar cada circunstancia con atino, inteligencia emocional y paciencia.  Tengámoslo en cuenta.

Por  Valeria Sabater