5 errores mentales que sabotean nuestras decisiones
Tienes una ilusión muy grande por un proyecto y, sin embargo, acabas haciendo algo que lo destruye. Existen errores mentales que sabotean nuestras decisiones y cuando nos damos cuenta es demasiado tarde. Actúan como un incendio que arrasa con todo y que nos deja confundidos, exhaustos y muchas veces tristes.
El concepto de autosabotaje tiene sus orígenes en la llamada psicología humanista. Implica remar en contra de algo que deseamos, y aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, los resultados tienden a producir consecuencias indeseables.
«Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Y hasta que no valores tu tiempo, no harás nada con él».
-Morgan Scott Peck-
¿Qué es el autosabotaje?
Pongamos un ejemplo: un paciente acude a una consulta de psicología. Después de alguna sesión, empieza a encontrarse mejor. Al sentirse mejor, decide abandonar las sesiones, a pesar de que su psicóloga le comenta que le vendría muy bien seguir.
El autosabotaje recoge toda una serie de conductas cuyo objetivo es la lesión, la quiebra y el desgarro de nuestros sueños. Su resultado es una pérdida de aquello que deseamos, y se siente a través de emociones con intensa valencia negativa, como la ansiedad, la frustración o la tristeza.
Es un error mental que sabotea nuestras decisiones, pero también puede ser una defensa. Pongamos un ejemplo: si alguien que ha transitado por muchas relaciones amorosas cuyo resultado ha sido siempre el dolor, puede autosabotear su próxima relación con el objetivo, aunque inconsciente, de evitar volver a sentir tanta desdicha. A continuación, vamos a exponer diferentes formas en las que las personas se autosabotean.
«El autosabotaje puede actuar como un mecanismo de defensa que protege al sujeto de una inminente desidealización del objeto amado».
-Mariana Suaza Ramírez-
Los errores mentales que sabotean tus decisiones
Empezamos a sortear la trampa del propio boicot cuando empezamos a identificar esas conductas o decisiones con las que lo llevamos a cabo. Si nos damos cuenta de que nuestro inconsciente puede estar entorpeciendo el camino hacia nuestra meta, podemos tratar de remediarlo. Veamos qué formas de autosabotaje existen:
1. «No me ayudes»
Evitar la ayuda cuando uno más lo necesita puede reportarnos malestar. Las emociones que pueden sostener esta posición pueden ser el orgullo o la vergüenza. Sin embargo, pedir ayuda es muy necesario porque nuestra capacidad de afrontamiento en determinadas ocasiones puede ser insuficiente.
Hay momentos en los que nos atascamos y nos podemos sentir frustrados. Así, permitir que la ayuda externa llegue, nos cale y nos impulse puede constituir una valiosa válvula liberadora de presión.
Pedir ayuda es un acto intrínsecamente humano, es decir, intensamente necesario.
2. Evitar las emociones
Evitar sentir una emoción concreta se denomina represión. La represión es un error mental que nos aboca a distanciarnos de una parte importante de nuestro yo, el yo emocional. Reprimir una emoción implica que esta, lejos de desaparecer, es probable que aparezca en un futuro con más intensidad.
Además, las emociones son extraordinarios vehículos de información. Si algo nos frustra, podemos pensar que el resultado que estamos obteniendo dista de ser el que queremos y, en consecuencia, podemos utilizar esta información que nos proporciona la emoción para cambiar la forma o el contenido de lo que estamos haciendo.
Las emociones son canales de información muy valiosos.
3. Tener miedo a poner límites
«Necesito decirte que no, para decirme a mí que sí». Esta es una afirmación sobre la que es interesante parar a pensar de manera sosegada y reflexiva. Poner límites a otras personas implica comunicarles lo que queremos y deseamos, pero también lo que nos hace daño. Cuando nuestras relaciones carecen de límites se pueden producir situaciones desagradables.
Esto ocurre porque la otra persona carece de la información que le permitiría adaptar su conducta a nosotros. Y viceversa. Una forma adecuada de poner límites es mediante la comunicación asertiva, que es una forma de diálogo sosegado, reflexivo y que dista de ser hostil.
4. Hablarse a uno mismo de forma negativa
Las autoafirmaciones con valencia negativa pueden llegar a calar muy profundo en nosotros. Son, por ejemplo: «no soy suficiente para los demás», «aunque haya salido de casa a pesar del esfuerzo, es poco, debería haber hecho más», «soy un desastre». La forma en la que nos hablamos impacta potentemente en el concepto que tenemos de nosotros mismos y erosiona el autoconcepto y la autoestima.
La conducta opuesta son las afirmaciones referidas a nosotros mismos cuya valencia es positiva: «lo has hecho bien», «a pesar del esfuerzo, lo has logrado», «eres una campeona» esto nos puede ayudar la autocompasión. El acto de autocompasión por nosotros mismos consiste en educar la mirada para que esta se pose sobre nuestras fortalezas. Consiste en apoyarse más en lo bueno que nos caracteriza, que en lo malo.
5. Resistirnos a cambiar
El cambio forma parte de la vida. Negar el cambio implica ponernos trabas, autosabotearnos en nuestro camino. Los cambios van de la mano de la adaptación. Y la adaptación a veces es dura, porque consume energía y nos puede producir miedo y alarma. Sin embargo, todo aquello que evitamos afrontar tiene la manía de hacerse cada vez más y más grande: «se hace bola».
Una buena vía para fluir con los cambios consiste en su aceptación. Aceptar el cambio significa abrazarlo. Asumirlo, aunque tengamos miedo. Implica liberarnos de la evitación, mirar el cambio de frente y decir: «vamos a avanzar». Significa tomar contacto con la realidad cambiante desde una posición consciente, es decir, sabiendo que los cambios son intrínsecos al camino de la vida.
Estos errores mentales son frecuentes. Sin embargo, pueden volverse disfuncionales cuando nos impiden progresar. Si conseguimos identificarlas, es posible que podamos solucionarlas antes de que sea demasiado tiempo. Además, pueden existir otras vías directas al autosabotaje, ¿identificas alguna más?
Por Gorka Jimenez Pajares
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