Últimamente no puedo concentrarme: ¿qué me ocurre?

Mantener una conversación, rendir en el trabajo, tomar una decisión por simple que sea… En los últimos días, hasta las cosas más sencillas cuestan un mundo. Es más, la frase más común que escuchamos estos días es «no puedo concentrarme, no sé qué me pasa». Parece como si, de pronto, muchos de nosotros tuviéramos el mismo nivel de atención que un pez dorado, es decir, de ocho segundos.

¿Es esto normal? ¿Estamos sufriendo quizá algún tipo de problema? Bien, el simple hecho de que este fenómeno sea algo común ya nos debe tranquilizar un poco. Miedo, angustia, exceso de información de la que estamos pendiente, cambios, incertidumbre constante… Nuestro cerebro es incapaz de procesar tanto estímulo, tanto ruido y altibajo emocional.

Ahora bien, más allá de que sea un hecho recurrente, es esencial controlar nuestro enfoque y manejar un poco mejor la atención. La mente que se dispersa y que poco a poco se va volviendo errática hace mella en nuestro bienestar. Daniel Goleman ya nos explicó en su libro Focus que hemos descuidado durante varias décadas la importancia de la atención. Se nos olvida que este recurso psicológico es la pieza esencial para el desempeño en la vida.

No puedo concentrarme ¿qué puedo hacer?

La concentración es fundamental en nuestro día a día. Sin ella, la mente se pierde, divaga y elige irse donde no debe (hacia las preocupaciones, esa notificación del móvil que más tarde nos lleva a responder un mensaje y después a mirar por la ventana…). La tendencia a divagar y a perder el enfoque nos hace caer a menudo en círculos de auténtica frustración.

Esa baja concentración enlentece el rendimiento. El ver que no llegamos y que no podemos alcanzar los objetivos marcados para ese día eleva la ansiedad. Poco después, ese cúmulo de emociones tiende a bloquear aún más la atención, y la capacidad de ser productivo. Es como un viaje sin retorno que nos desespera y que nos sitúa en un estado que no sabemos muy bien cómo manejar.

Cuando no puedo concentrarme lo más común es que me pregunte qué me pasa. El único modo de respondernos nos obliga primero a entender cómo funciona la atención humanaAnalicémoslo.

Cuando nos preguntamos cuánto dura, por término medio, la atención sostenida, no suele haber consenso entre los científicos. Los datos casi siempre son dispares. Los psicólogos Wilson y Korn (2007) por ejemplo, no encontraron datos concluyentes, pero estipularon que a pesar de existir diferencias individuales, esta es generalmente baja.

Como dato llamativo, nos encontramos incluso con el estudio llevado en el 2015 por Microsoft Canadá en el que se estipuló que la capacidad de atención promedio estaba en los 12 segundos.

Ahora bien, a pesar de no haber consenso, hay algo evidente: nos cuesta concentrarnos tanto que muchos expertos en educación insisten en que el modelo de las clases de 50 minutos no funciona.

El cerebro rara vez mantiene la atención más allá de 15 minutos seguidos.

El contexto que nos rodea reduce aún más la capacidad de atención

Si partimos de la base de que nuestra capacidad de focalización es (por término medio) baja, a esto hemos de añadirle otro factor: el contexto que nos envuelve.

  • Los retos sociales, económicos y culturales pueden hacer mella en nosotros. Ya sea consciente o inconscientemente, muchos de estos elementos están de manera constante en nuestro cerebro, consumiendo su atención y energía.
  • El nivel de ansiedad entre la población ha aumentado en los últimos años. Una de las características del cerebro ansioso es la incapacidad para mantener la atención, para resolver problemas o tomar decisiones.
  • Asimismo, nuestro entorno se ha llenado de muchos más estímulos a raíz del avance tecnológico: el nivel de noticias se ha elevado, con lo cual, consultamos el móvil con más frecuencia. También recibimos más mensajes de nuestro entorno.
  • La mente, además, divaga como nunca lo había hecho. Pensamos en el presente y en el futuro. Nos hacemos preguntas, imaginamos escenarios, situaciones… Ahora mismo, somos una fábrica de preocupaciones e ideaciones.

«No puedo concentrarme, no sé qué hacer, me cuesta rendir en el trabajo y hasta mantener una conversación«. Esta frase la escuchamos cada vez con más frecuencia. Sabemos que es normal, que las presiones que nos rodean son muchas, pero necesitamos tomar el control y educar la mente para recuperar el enfoque. Estas serían algunas estrategias.

  • Divide tus tiempos en 30 minutos. Si tienes que trabajar o realizar alguna tarea, establécelos en intervalos de media hora. Al finalizarla, puedes darte un pequeño descanso, pero lo importante es concienciarte de que en esos minutos debes rendir al máximo.
  • Una cosa cada vez y un pensamiento cada vez. Si queremos aumentar tu bienestar mental, visualiza tu mente como si fuera una casa. Solo admites visitas de una a una. No pueden acumularse muchas presencias (preocupaciones) a la vez en su interior, así que mejor de manera individual. Lo mismo ocurre con las tareas que debes realizar, evita hacer muchas cosas a la vez. Si te focalizas en una sola el rendimiento mejora.
  • Higiene y autocuidado emocional. En tiempos difíciles, calma. En días con muchos estímulos, equilibrio. Asimismo, en los momentos en los que todo se acumula y todo preocupa, autocuidado emocional. Atiende ese mundo interno y maneja cada emoción, cada sensación. Tu capacidad de concentración mejorará si logras regular ese universo.
Por Valeria Sabater