QUE LA SUERTE TE ACOMPAÑE
En todas las conversaciones, en todos los acontecimientos, en todas las vidas. En la tuya. En la mía. En la nuestra. Es omnipresente. Es un ente, un factor misterioso, una aparición. Quizá sea una criatura, una esencia, una sustancia, un elemento, o tal vez sea otra cosa. Un ser superior, una fuerza, energía, poder. Es solitaria e imprevisible y para sus acólitos comparte mesa y mantel con la incertidumbre y la envidia, con el placer, con el dolor y con la tiña. Suerte.
Qué fácil nos resulta juzgar nuestra vida y la de los demás en función de la buena o mala suerte. Por arte de birlibirloque la perseverancia, la disciplina, la constancia y el curro que hay detrás de muchos de nuestros actos quedan eliminados de los éxitos o de los aciertos, sean nuestros o de los demás. Qué mala suerte la de Fulano. Qué suerte tiene Menganito, todo le sale bien. Zutano es un gafe de campeonato, todo le sale mal. ¿Perengano? Perengano se ha ido a trabajar.
¿Qué es la suerte? ¿Quién es? ¿Dónde está? ¿A qué dedica el tiempo libre? ¿Es justa? Queremos la suerte de cara, aquí, a nuestro lado, nos la jugamos y la echamos a cara o cruz. Que venga a salvarnos. Que venga YA. Suerte, suerte, suerte…
Culpamos a nuestro pie izquierdo por tocar el suelo antes que el derecho, al pobre gato negro que se nos cruza. La cosa pierde color cuando la piensas dos veces y más dispuesto pareces a pensar en lo peor. Rechazamos la ropa amarilla en un acontecimiento importante; buscamos el rojo en fin de año; le ponemos en blanco buscando noviazgos de aquí a la eternidad. Tradiciones, pensamientos mágicos y suerte. No abrimos el paraguas dentro de las habitaciones. Esquivamos escaleras, si tiramos sal encima de la mesa estamos perdidos. En una noche estrellada buscamos la estrella fugaz para pedir un deseo y si no aparece la inventamos. Cruzamos dedos, tocamos madera, pedimos deseos mientras soplamos velas y pestañas. Nuestra vida por un trébol de cuatro hojas; nuestra perdición tras un espejo roto.
La suerte es una apuesta segura. La buena y la mala. Si algo nos sale mal un martes 13 no tenemos responsabilidad ninguna, la culpa es del martes y del 13. ¿Quién les manda presentarse juntos? Con lo que nos habíamos currado el tema, se juntan el martes con el 13 y la lían. Qué mala suerte.
Creer en la suerte nos exime de toda responsabilidad y culpa. Un chollo. ¿Cómo te fue el examen? Fatal, he tenido muy mala suerte, me preguntaron lo que menos sabía. La maldita suerte, lo de menos es que había temas que controlábamos menos. La probabilidad de que tocaran esos temas existía. Con suerte o sin ella. Pero eso mejor no pensarlo, que duele.
La suerte es el juicio del momento presente. Es un punto de vista. Es la inocencia de creer que la suerte de hoy será también suerte mañana. Es la ingenuidad de no ver que la mala suerte de hoy puede ser buena suerte mañana. Vivir el presente, exagerar la importancia del “aquí y ahora” alimenta nuestra incapacidad de poner los acontecimientos en perspectiva.
Darle protagonismo a la suerte hace que acabemos en un almodovariano ¿qué he hecho yo para merecer esto? Convertirnos en espectadores de nuestra vida, en seres pasivos, en ser un cero a la izquierda al no tener ningún poder de decisión sobre los acontecimientos que nos rodean. La suerte manda, el destino también. No pintamos nada. Nos dejamos llevar. Fluimos sin alas, con un trozo de imán en nuestra brújula vital y sin un norte que nos espere. Esto en psicología lo llamamos locus de control externo. Sucede cuando la persona percibe que un evento externo ocurre de manera independiente a su comportamiento. Ahí es donde entra la suerte como elemento mágico que no podemos controlar. Así, la suerte nos sirve para evadir la responsabilidad. Haga lo que haga, da igual.
Por el contrario, la persona con locus de control interno percibe que su comportamiento influye en los acontecimientos que le ocurren. Esta persona vive al margen de la suerte, el destino y las estrellas fugaces. Lo que le ocurre y ella van de la mano en la misma dirección. Si hago, si me esfuerzo, si me equivoco, pues vuelvo a hacer y… La vida es ensayo error y consiste en equivocarse y en alguna ocasión dar en el blanco, acertar. Cuestión de actitud.
En primera y en segunda persona. Qué suerte tengo. Es balsámica si nos refugiamos en ella para medir nuestros fracasos. A corto plazo diluye el dolor, aunque a largo plazo nos convierte en irresponsables. Qué suerte tienes. Es cruel si la utilizamos como termómetro de éxitos ajenos. Es propia de tiñosos cuando ven a alguien que despunta en su trabajo o le salen bien las cosas. Cóctel favorito de los tiñosos: rabia, envidia y suerte ajena.
Radiografía de un suertudo
- Es un realista positivo. Crea expectativas optimistas ante la vida porque sabe que ésta es una suma de pequeñas cosas y hace lo posible para detectarlas y bucear en ellas. Cuando recuerda cosas de su pasado es capaz de observar un montón de cosas chulas que le han sucedido. Un ejercicio que puede ayudarte a desarrollar esta cualidad, es recordar diez cosas agradables y positivas que te hayan pasado en ese día. Pon ojo avizor a las cosas pequeñas como puede ser un desayuno, el chiste del whatsapp, la agradable ducha, el zumo de la mañana, el sabor del café o simplemente el glorioso placer de descalzarte cuando llegas a casa. Sé generoso y conviértete en un disfrutón.
- Se fía de sus propias ideas. Sabe que es una persona capaz, con sus dudas e incertidumbres como tenemos todos, pero confía en sus impresiones y en su intuición. Escucha a su inconsciente y actúa en consecuencia. Confía en sí mismo.
- Le encanta ser el personaje principal en su propia película. Vive la vida con plenitud y se muestra generoso con las personas que tiene alrededor. Quién siembra vientos recoge tempestades, y quien genera buen rollo recoge oportunidades. No es suerte, es su talante.
- Cambia las rutinas e intenta disfrutar de las cosas que hace. No se centra en exclusiva en los resultados, su foco atencional lo pone en el camino y en el proceso. Disfruta caminando y haciendo. Sabe que al final, los resultados de una manera u otra, llegarán; pero no se angustia por ello. Su final no es llegar a la meta, es disfrutar de la carrera.
- Tiene un proyecto vital y se fija objetivos que le hagan vivir en congruencia con sus valores.
- Se responsabiliza de sus errores y no suele tirar balones fuera. Locus de control interno.
- Tiene una máxima favorita: unas veces se gana y otras se aprende.
Este artículo ha sido escrito a partes iguales por mi colega María Jesús Giménez Caimari y un servidor. Ha sido una suerte encontrarnos en las redes sociales, bueno, mejor dicho, nos vimos por el Facebook, compartimos algunos me gusta y algunos artículos y nos hicimos una propuesta de colaboración. Y a lo tonto a lo tonto, ya llevamos tres artículos y unas cuantas risas. ¿Cuestión de suerte? Bueno, si consideramos una suerte escribir un post en mi blog, cosa que yo dudo, más que suerte ha sido cuestión de actitud, confianza, ganas de hacer algo diferente y lo mejor, aprender y divertirse. Ni más ni menos.
La fortuna no está hecha para los poltrones, y para alcanzarla, antes que mantenerse bien sentado hay que correr tras ella. Plutarco
NACHO COLLER
Deja tu comentario