Preguntas frecuentes sobre la ansiedad
Rotundamente sí, la ansiedad tiene cura, siempre y cuando la persona siga una terapia psicológica adecuada. Es importante reseñar que en los casos en que la ansiedad no se supera, no es porque la enfermedad no tenga solución, sino por otros motivos: no dar con el especialista o el tratamiento adecuado, abandono o rechazo de la terapia, entornos desfavorables…
Falsas creencias:
Si nos referimos a la terapia cognitivo-conductual y a las terapias de tercera generación, las más eficaces según todos los estudios, la duración oscila entre los seis meses y el año. Éste es un dato aproximado y orientativo.
La duración siempre puede variar en función de la problemática del paciente, de su implicación en el tratamiento, del apoyo personal que reciba…
En cualquier caso, al cabo de unas semanas de tratamiento ya aparecen los primeros resultados.
Las sesiones terapéuticas son de una hora con una frecuencia de entre diez o quince días. A medida que el paciente incorpora sus nuevos recursos las visitas se van espaciando hasta finalizar.
Todos los estudios e investigaciones realizados señalan que los mejores tratamientos psicológicos son la terapia cognitivo-conductual y las terapias de tercera generación.
En este sentido otros métodos (psicofármacos, técnicas de relajación, etc.) pueden reducir la sintomatología de la ansiedad de forma puntual. Ayudan a la persona a sobrellevar el día y las situaciones ansiógenas, pero no eliminan el problema. Por este motivo, dichas técnicas deben acompañarse de una terapia psicológica que actúe sobre los verdaderos factores que mantienen la ansiedad.
Es cierto que existe una vulnerabilidad biológica pero no un “gen de la ansiedad”. Los trastornos de ansiedad son el resultado de diferentes factores (genética, sucesos vitales, personalidad, entorno…).
No siempre es necesaria la toma de ansiolíticos o antidepresivos para superar la ansiedad. En ocasiones, según la persona, el tipo de trastorno y la intensidad de los síntomas, la terapia psicológica sin medicación es la mejor opción. De esta manera, se evita los posibles efectos secundarios de los fármacos (dependencia y tolerancia). Sin embargo, cuando la sintomatología física (palpitaciones, ahogos, insomnio,…) o psicológica (falta de concentración, pensamientos intrusitos, obsesivos,…) resulta incapacitante se recomienda el apoyo farmacológico, siempre bajo prescripción médica.