Paruresis: el síndrome de la vejiga tímida

Algunas personas no son capaces de orinar en baños públicos. ¿Por qué?

La mayoría de las personas en más de una ocasión han sentido la necesidad de orinar en contextos y situaciones alejadas de su hogar.

En un bar o restaurante, en un centro comercial, en un hospital, en el trabajo, durante un viaje… en todos estos lugares disponemos de un lavabo donde poder miccionar más o menos cómodamente, y generalmente acudimos a ellos sin mayor problema que el hecho de localizarlo o que no esté ya ocupado.

Sin embargo, algunas personas son incapaces de utilizar un baño público, no pudiendo orinar en presencia de otras personas o en lugares donde se corre el riesgo de que otras personas puedan saber que lo está haciendo. Estas personas padecen de paruresis, también llamado síndrome de la vejiga tímida.

Conceptualizando la paruresis

Entendemos como paruresis o síndrome de la vejiga tímida a un trastorno psicológico caracterizado por la imposibilidad o elevada dificultad de hacer uso de retretes públicos, no siendo capaces de excretar la orina en esa situación.

La paruresis se ha conceptualizado en algunas ocasiones como un tipo de fobia social debido a que la incapacidad de miccionar se produce ante la observación de otras personas o ante la idea de poder ser observados fácilmente. Como en la fobia social, dicha situación, en la que pueden ser juzgados y evaluados por los demás, genera un elevado nivel de ansiedad y puede suponer una verdadera alteración en la vida de la persona conduciendo a la evitación de ciertos estímulos y situaciones. Algunas estrategias que emplean los afectados por paruresis son no ingerir líquidos fuera del hogar o la retención hasta llegar a casa, si bien la gravedad del cuadro puede ser muy variable según el caso.

De este modo, el síndrome de la vejiga tímida puede provocar desde un retraso leve en el proceso de orinar en los casos más leves hasta la evitación total, llegando el afectado a no querer salir de las cercanías de su hogar e incluso a aislarse y a evitar el contacto con parejas y allegados con el fin de que no puedan oírle orinar, en los casos más graves.

Posibles causas

Si bien la paruresis es un fenómeno no demasiado conocido, la investigación llevada a cabo pone de relieve que las causas de este síndrome son predominantemente de origen psicógeno. Es decir, el motivo por el que se produce este trastorno es de tipo adquirido y mental.

Los expertos que han estudiado el síndrome de la vejiga tímida o paruresis indican que son múltiples los factores que pueden producir o mantener este tipo de problema.

Una de las principales causas es la presencia de un trauma infantil vinculado a una situación producida en baños públicos. Por ejemplo, se ha detectado que en un gran número de casos los individuos con paruresis sufrieron bullying en su infancia, siendo vejados, juzgados y maltratados. Por este y otros motivos (por ejemplo tener una familia muy crítica) los sujetos tienden a poseer un elevado nivel de inseguridad, presentando en algunos casos complejo de inferioridad que se dispara en una situación de exposición, siendo en estas personas la utilización del baño en presencia de otros.

Se ha observado asimismo que las personas con paruresis tienen una elevada sensibilidad a la crítica, temiendo ser vistos como poco adecuados y además tienden a tener un nivel bajo de asertividad. Dudas y miedos acerca de la propia anatomía y características de los propios genitales también son observados con gran frecuencia, temiendo estos sujetos que se rían de ellos o los valoren.

Diferencias entre sexos

Si bien los casos documentados reflejan que es más frecuente que aparezca en varones, también hay una gran cantidad de féminas con este trastorno.

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Los datos de algunos estudios realizados reflejan que existe una cierta diferenciación en el tipo de aversión que se da en hombres y mujeres. Concretamente, al parecer al sexo femenino le causa mayor perturbación la idea de oír o ser oídas por otras personas a su alrededor, mientras que en los varones es la idea de ser visto orinando por otras personas.

Esto tiene una explicación lógica si pensamos en cómo están estructurados los baños públicos, situándose en batería los urinarios masculinos, con lo que la micción de otros varones resulta visible, mientras que en el caso de las mujeres los cubículos suelen estar separados por una pared o mampara no pudiendo por lo general ser vistas por los demás pero sí escuchadas.

Tratamiento para la vejiga tímida

Ante dificultades a la hora de miccionar, lo primero que debería hacerse es acudir a una consulta médica, con el fin de valorar la posible de un problema médico que podría causar el problema. Una vez descartada la etiología médica, y una vez analizado el caso, el diagnóstico de paruresis.

El tratamiento cognitivo conductual ha manifestado un buen nivel de efectividad en el síndrome de la vejiga tímida, tratando por un lado los problemas cognitivos tales como la creencia de que va a ser evaluado y la tolerancia a la crítica, así como la conducta del paciente.

Teniendo en cuenta que se ha considerado un subtipo de fobia, el tratamiento psicológico de elección a nivel conductual sería la exposición gradual al estímulo temido. Dicha graduación tendrá en cuenta que a lo largo del tiempo el paciente va a tener que ir orinando en baños que le supongan cada vez mayor dificultad.

Por ejemplo, la exposición puede comenzar en el hogar del paciente, primero completamente a solas para posteriormente hacer que otra persona aguarde detrás de la puerta. Una vez la ansiedad haya bajado o si no ha habido ansiedad a este grado, se pasa a otros baños, por ejemplo en las casas de familiares o amigos, y posteriormente se irá realizando la micción en baños públicos poco concurridos (como por ejemplo los de una biblioteca o un cine) hasta llegar a lugares muy concurridos como los baños de una discoteca o durante una celebración. Es importante que la exposición se dé de manera muy pautada, pasando al siguiente nivel solo una vez la ansiedad haya disminuido en al menos la mitad.

Estos tratamientos resultan muy eficaces, aunque debe tenerse en cuenta que lo que se está tratando es el problema actual, es decir los síntomas que hoy en día el paciente tiene. Resultaría también de mucha utilidad incorporar además otros tipos de tratamientos que permitieran trabajar en el motivo de aparición de la paruresis y las sensaciones que le provocan a nivel profundo, con el fin de prevenir este y otros problemas.

Por Oscar Castillero Mimenza