La relación entre la depresión y los trastornos digestivos

A menudo, se evidencia una clara relación entre la depresión y los trastornos digestivos. Este vínculo tiene que ver con algo que muchos hemos intuido con bastante frecuencia: cada vez que nuestro estado de ánimo fluctúa, las sensaciones que llegan de nuestro sistema digestivo también lo hacen. Se altera nuestra digestión, perdemos el apetito o por contra sentimos más ansia, aparece el hinchazón, el malestar, etc.

En este sentido, señalar que los trastornos del estado de ánimo evidencian una amplia sintomatología. La depresión es una condición clínica con un gran espectro de características que se traducen al plano emocional, cognitivo y también fisiológico. Así, al agotamiento y los cambios en los patrones del sueño se le suman con frecuencia las alteraciones digestivas.

Es necesario en todos los casos contar con un buen diagnóstico. Es común ver a muchas personas acudir a sus centros de atención primaria para ser tratados precisamente de estos problemas secundarios sin detectar su verdadero origen: la depresión. No obstante, eso sí, existen enfermedades como, el síndrome de Crohn o la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que si bien no tienen nada que ver con los trastornos mentales, pueden verse agravadas por el estado del ánimo del paciente.

Sea como sea, es prioritario contar siempre con una asistencia especializada, un diagnóstico acertado y adecuadas estrategias de intervención para que esta ayuda gane el valor. En este sentido, de nada sirve que las personas venzan sus miedos y acudan a consulta si después los profesionales no son capaces de dar una buena respuesta.

Debemos tener más en cuenta la relación entre nuestro cerebro y el sistema digestivo. Sabemos por ejemplo que una buena salud intestinal media también en nuestra salud psicológica.

La relación entre la depresión y los trastornos digestivos, ¿en qué se basa?

Si hay una relación entre la depresión y los trastornos digestivos… ¿significa esto que cuando me duela el estómago puede ser porque tengo una depresión? La respuesta es no, no siempre. Los trastornos del estado del ánimo tiene muchas formas de manifestarse, de manera que las alteraciones digestivas son ‘una posible característica más’.

Asimismo, es común que se mantenga la clásica idea de que la mente y el cuerpo evidencian siempre una relación directa, y que por tanto, todo problema psicológico tiene su impacto en nuestra salud fisiológica. Bien, a día de hoy, no podemos fijar con total precisión el peso de las variables en la ecuación, pero lo que sí podemos hacer es afinar un poco más dicha idea para comprenderla mejor y traducirla en evidencias científicas. Serían las siguientes:

La clave está en el estrés mantenido en el tiempo

El departamento de Medicina de la Universidad de California, Los Ángeles, llevó a cabo un interesante estudio en el 2001 donde puso de manifiesto algo importante. El doctor Ernest Mayer, director de este trabajo, demostró que un gran número de personas con trastornos funcionales del sistema digestivo, como puede ser el síndrome de intestino irritable, presentan trastornos como la depresión, la ansiedad, trastornos de pánico o estrés postraumático.

  • La clave de esta realidad se halla en los estresores que se mantienen en el tiempo. Se sabe, por ejemplo, que cuando no manejamos de manera adecuada el estrés, las reservas de dopamina se reducen. No podemos olvidar que gran parte de esta hormona, a la que vez que neurotransmisor, se produce en nuestras células intestinales.
  • Así, el exceso de adrenalina y cortisol liberado en esas épocas de elevado estrés acaba generando notables desequilibrios químicos y hormonales, aumentando la acidez, provocando diarrea y estreñimiento, etc. No obstante, lo más grave es la reducción de dopamina, se traduce en un mayor decaimiento y baja motivación.
  • Por otro lado, desde la Universidad de Medicina de Stanford ponen sobre la mesa otro datoLa depresión genera una inflamación de los órganos digestivos, y esto genera dolor, malestar y diversas alteraciones. Aún más, también nos señalan que sufrir problemas digestivos desde edades tempranas (como podría ser el síndrome de Crohn) eleva el riesgo de padecer una depresión en algún momento de nuestra vida.

Relación entre la depresión y los trastornos digestivos ¿cuáles son los síntomas?

Sabemos ya que existe una relación entre la depresión y los trastornos digestivos. Ahora bien, insistimos una vez más que para que se dé un diagnóstico de un trastorno depresivo deben aparecer muchos más síntomas. No obstante, veamos ahora cuáles son los problemas digestivos más comunes que suelen aparecer en caso de que una persona sufra esta condición psicológica.

  • Aumento del apetito o pérdida de él.
  • Diarreas o estreñimiento.
  • Digestiones pesadas.
  • Sensación de llenura, inflamación estomacal o quemazón.
  • Gases.
  • Calambres.
  • Sensación de angustia o incluso vómitos después de comer.

Todos estos síntomas deben mantenerse en el tiempo, es decir, no debe ser algo aislado y puntual durante unos días o una semana. En caso de experimentar estas molestias durante varias semanas, es recomendable consultarlo con nuestro médico.

Tengo el ánimo bajo y problemas digestivos ¿es una depresión?

Hay épocas en que sucede. Nuestro ánimo decae, se reduce la motivación y los intereses. Es posible incluso que nuestra salud tampoco pase por muy buen momento… ¿Significa esto que podemos estar sufriendo una depresión? Esto solo nos lo puede decir un profesional especializado.

Para ello, hay que consultar en primer lugar con nuestro médico de cabecera. Debemos descartar problemas de salud, la carencia de algún mineral, problemas hormonales y, por supuesto, alguna alteración digestiva. En caso de que las pruebas salgan negativas y contemos con buena salud, será el momento de consultar con un psicólogo en caso de que ese malestar emocional persista.

Para concluir, la relación entre la depresión y los trastornos digestivos existe, nos lo dice la ciencia. Es un síntoma más de ese amplio espectro de características asociadas a esta condición psicológica. El modo por tanto de abordar el problema será siempre multidisciplinar, la terapia psicológica, una correcta alimentación y unos adecuados hábitos de vida nos ayudarán a experimentar una progresiva mejoría.

Por Valeria Sabater