Cuando mi pareja se enfada y no me habla ¿por qué lo hace?

Cuando mi pareja se enfada y no me habla, no sé cómo debo actuar. ¿Le pido perdón por algo de lo que quizá no soy responsable o mejor me espero a que se «desenfade» y reanudemos de nuevo la relación? Esta serie de cuestiones, por llamativas que nos parezcan, se las plantean a diario un gran número de personas (puede que incluso nosotros mismos). Porque dicha artimaña, basada en la ley del hielo, es un recurso tan común como desgastante.

«Si te enfadas, piensa  siempre en las consecuencias», decía Confucio con gran acierto. Ahora bien, a este sabio consejo deberíamos añadirle otro pequeño detalle: «cuando te enfades, piensa en la imagen que das de ti».

Queda claro que todos tenemos pleno derecho a enfadarnos, pero hacerlo de la manera adecuada es un arte y dice mucho de la calidad humana, emocional y psicológica de cada persona.

Así, una de las situaciones más complejas es sin duda saber manejar las discrepancias a nivel de pareja. No podemos olvidar que en este contexto, cualquier diferencia, pequeña desavenencia y enfado, las emociones se magnifican y quedan a flor de piel.

De este modo, quienes no sean hábiles a la hora de comunicar, de gestionar ese universo interno para saber llegar a acuerdos y encauzar las pequeñas fricciones del día a día, derivará sin duda en situaciones muy complicadas en su relación.

«La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo todo lo que ella ha decidido».

-Séneca-

Pareja enfadada en el sofá representando cuando mi pareja se enfada y no me habla

Cuando mi pareja se enfada y no me habla: el silencio como forma de castigo

Muchos habremos escuchado alguna vez a un niño decir eso de «pues ahora me enfado y no respiro». Puede que este tipo de comentarios infantiles nos hagan cierta gracia, pero hay quien vistiendo ya ropa y vida de adulto, recurre a las mismas estrategias inmaduras. Es posible que alguien de nuestro entorno actúe de este modo, retirándonos la palabra tras una discusión, conteniendo la respiración o simplemente provocando escenas realmente incómodas.

No obstante, esa incompetencia a la hora de gestionar las diferencias es más problemática cuando hablamos de vínculos afectivos. Porque si mi pareja se enfada y no me habla no solo sufro; además, acabo sometiéndome a un tipo de manipulación emocional muy sibilina.

Es más, lo más complicado de este tipo situaciones es que no suelen pasar solo una vez. Las personas que mantienen relaciones con perfiles que usan el silencio como castigo saben que este es un recurso muy habitual. Ahora bien, pero… ¿por qué lo hacen?

La ley del hielo y el cerebro que actúa con ira

Hay muchos tipos de abuso psicológico. El ser humano está doctorado en esta especialidad y lo aplica de muy diversas maneras, algunas de forma más burdas y otras un poco más sofisticadas.

Así, cuando mi pareja se enfada y no me habla, está haciendo uso de un tipo de habilidad que requiere de tres dimensiones muy concretas: ira dirigida, ego y propósito.

Así, quien aplica la ley del hielo sabe bien lo que hace y lo que quiere. Hace uso del silencio para desgastar al otro, para proyectar sobre la pareja el peso de la culpabilidad y entonces lograr su sometimiento.

También espera, claro está, que tarde o temprano la otra parte se acerque pidiendo perdón. El silencio es, por encima de todo, un sofisticado recurso arbitrado por la ira: tú me has ofendido y ahora va a recibir tu castigo.

Por otro lado, hay un detalle importante que vale la pena considerar. Cuando nos enfadamos, los lóbulos prefrontales, relacionados con el juicio y la reflexión se apagan.

Es entonces cuando el cerebro queda secuestrado por completo por la amígdaladisparándose esas emociones límite que nos hacen actuar de la manera menos acertada. Así, hay quien ejerce un mayor autocontrol  sobre las mismas y no llega a estos límites, pero en cambio otros, se dejan llevar por completo por la ira y la rabia.

Escena representando representando cuando mi pareja se enfada y no me habla

Las personas que se enfadan y dejan de hablarnos, rasgos que los caracterizan

Si mi pareja se enfada y no me habla, sé que está demostrando un comportamiento claramente infantil. No obstante, su reacción me daña, me vulnera y me desespera, porque una relación debe estar hecha de diálogos y no de muros.

También de mentalidades maduras que sean capaces de respetar las diferencias, de llegar a consensos aplicando la reciprocidad y el entendimiento.

Así, quien opta por el silencio y el «ahora te ignoro y no te hablo» se define básicamente por una serie de dimensiones:

  • Inmadurez emocional y escasas solvencia para manejar las discusiones y discrepancias.
  • Baja resistencia a la frustración.
  • Deseo expreso de manipular al otro, de ser el centro de atención para lograr que el otro claudique y así, asumir mayor poder.
  • Nula habilidad para resolver problemas y para hacer uso de una adecuada comunicación.

Ahora bien, más allá de estas características hay un hecho innegable que debemos asumir: hacer uso del silencio, de la indiferencia más dura cuando hay un problema o una discrepancia es una forma de abuso. Si te devalúa, si te hace el vacío cuando opinas diferente y te retira la palabra durante días, te está anulando como persona valiéndose del lazo emocional.

Nadie merece una relación de este calibre, ahí donde lejos de conjugarse el respeto, se acentúa una sola realidad: el sufrimiento.

Por Valeria Sabater